Imprescindibles
- Hacer la ruta por el estanque.Sugerencias
En los últimos años el sector de servicios de Banyoles ha proliferado considerablemente.
La agricultura está dedicada a los cultivos de huerta, a los cereales, especialmente el trigo y el maíz, y al forraje. El cultivo de ajos, típico del lugar, sustituyó al de cáñamo desde finales del siglo XIX. La ganadería está basada en el ganado porcino y bovino; recientemente se han creado granjas avícolas.
También hay que destacar la industria dedicada a la alimentación, el textil y la madera.
Los orígenes de Banyoles están íntimamente ligados al desarrollo del monasterio benedictino de Sant Esteve, en cuyo entorno se formó en el siglo IX. De hecho, el cenobio fue fundado a principios de ese siglo por el obispo Bonit, con la autorización del conde Odiló de Girona.
En los siglos IX y X el monasterio vivió una época de prosperidad, bajo la protección de los reyes francos Luis el Piadoso y Carlos el Calvo. También los condes de Cerdanya y Besalú se erigieron como protectores del cenobio. Monjes de Banyoles ordenaron en el año 977 el monasterio de Besalú.
El cenobio de Banyoles contaba con importantes posesiones, como el castillo de Taià, Serinyà, Santa Creu de Calabuig y los prioratos de Santa Maria de Finestres, Sant Marçal del Montseny y Sant Nicolau. El mismo castillo de Calabuig, el de Porqueres y lugares como Usall, Miànigues, Merlant, Guèmol, Mieres y el Sallent, entre muchos otros, dependieron de Banyoles hasta el siglo XIII.
La ciudad se vio afectada por los terremotos de 1427 y 1428. En el año 1467, durante la guerra contra Juan II, cayó en manos de las tropas partidarias de la Generalitat, antes de que empezaran el asedio a Girona.
Durante el siglo XVII la villa fue atacada diversas veces por las tropas francesas, y en 1709, durante la Guerra de Sucesión, fueron los soldados de Felipe V los que la saquearon. Un siglo más tarde, los franceses la conquistaron de nuevo durante la Guerra del Francés.
La industria llevó en el siglo XIX y principios del XX una nueva época de prosperidad para Banyoles, que recibió el título de ciudad en 1924. En los últimos años, la villa ha sido nombrada capital de la comarca del Pla de l’Estany (1988) y subsede de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, hechos que la han relanzado hacia el futuro.
El corazón de la localidad es una maraña de callejuelas estrechas, vías de piedra y plazoletas acogedoras de estilo medieval por donde uno se perdería voluntariamente.
La plaza Mayor (siglo XIII) es la explanada más importante de Banyoles y está formada por edificios emblemáticos, originalmente medievales, que se han reformado con el paso del tiempo.
En el centro del pueblo encontramos la iglesia de Santa Maria de Turers, de 1017, uno de los primeros ejemplos de arquitectura gótica catalana.
La Pia Almoina es un palacio gótico que acogía a una institución benéfica que ofrecía ropa y comida a los más necesitados. En el siglo XIV se instaló la Universidad, y ahora es la sede del Museo Arqueológico Comarcal.
Otra construcción gótica destacada es la Llotja del Tint, del siglo XV, que funcionaba como fábrica de tinte de tejidos aprovechando el agua que provenía del regadío mayor del lago. Actualmente en el edificio hay una sala de exposiciones de arte contemporáneo municipal.
Podemos visitar también el único tramo de muralla que sigue en pie, hecha con sillares de travertino. En sus extremos hay dos glorietas góticas con una forma hexagonal y una cúpula acabada por siete pináculos.
No debemos olvidar hacer una parada en las plazoletas que nos vamos encontrando por el camino: la de Sant Pere, al lado de la Llotja de Tint, la plaza de la Font o la plazoleta del Monasterio. Tampoco se nos pueden pasar por alto algunas casas solariegas de la localidad: Ca l'Ameller, el vecindario de Puigpalter, la torre de Tassi o la casa Can Puig de la Bellacasa.
Podemos acabar nuestro paseo cultural por la calle Mayor, que une la parte antigua con la villa nueva, y que ahora es una vía comercial llena de tiendas. La plaza Mayor, conjunto histórico protegido, ha sido siempre un punto de encuentro entre los habitantes de la ciudad.
Es agradable pasear cerca del estanque, admirando las pesqueras, declaradas Bien Cultural de Interés Nacional en la categoría de Jardín Histórico. A mitad del siglo XIX empezaron a edificarse estas pequeñas construcciones, que en sus inicios tenían la función de facilitar la pesca. Más tarde, algunas se ampliaron para poder guardar una barca.
El monasterio benedictino de Sant Esteve se convirtió en el centro a cuyo alrededor fue creciendo la villa antigua, a partir del siglo IX. El edificio que se puede contemplar actualmente es de estilo neoclásico.
Banyoles cuenta con dos equipamientos museísticos de calidad: el Museo Arqueológico Comarcal y el Museo Darder de Historia Natural, famoso por haber alojado en sus salas un guerrero bosquimano disecado.
El Pla de l'Estany es la comarca catalana más pequeña en extensión, pero su territorio ofrece muchas actividades de ocio en la naturaleza.
Hay muchos itinerarios guiados, organizados por la Oficina de Turismo, como el camino alrededor del estanque, a través del cual se descubre la formación, la fauna y la flora de estas aguas.
Podemos también emprender una marcha desde castillo de Roca a la torre de Briolf, una excursión fácil y atractiva que pasa por diferentes vecindarios y por la ermita de la Mare de Déu de Loreto.
Como Destino Turístico Deportivo, en Banyoles se pueden realizar diversas actividades, en un entorno natural inmejorable, entre las que destaca los cinco deportes certificados: remo, natación, piragüismo, ciclismo y triatlón.
La hípica es también una muy buena alternativa para descubrir el paisaje de la localidad y sus alrededores.
En cuanto a fiestas, vale la pena disfrutar de la de Sant Antoni dels Burros, a mediados de enero, la procesión de Corpus y la Feria de Sant Martirià, en noviembre, que, como la primera, está relacionada con los animales y el ganado.
Banyoles
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