Hay ciudades, villas y pueblos en Cataluña que por su magnetismo te atrapan desde el primer instante en que llegas. Desde la Agencia Catalana de Turisme han detectado algunos y los han agrupado en dos marcas y un sello.
Ciudad abocada decididamente a la cultura, Reus es también la población que ha visto nacer a personalidades del mundo de las letras, como el poeta Gabriel Ferrater o el director teatral Lluís Pasqual.
Quien la visite no podrá obviar algunas instituciones insignia, como los teatros Bartrina y Fortuny, ni olvidar el aroma de pólvora que desprende la "tronada", acto central de la concurrida fiesta mayor, que tiene lugar en la bellísima plaza del Mercadal.
El arraigo de este pasado ha cristalizado en la concurrida Semana Medieval, que tiene el origen en la leyenda de sant Jordi y el dragón, situada por el costumbrista Joan Amades en la capital de la Conca de Barberà. Completan este extraordinario friso patrimonial sus yacimientos arqueológicos, desde pinturas rupestres paleolíticas hasta restos de asentamientos íberos.
Prades, conocida como el pueblo rojo por el color de la piedra de muchas de sus casas, tiene un núcleo antiguo que forma un conjunto histórico de gran interés.
El entorno de las montañas de Prades le confiere un innegable interés para los amantes del turismo y las actividades de montaña en general, tanto en lo que se refiere a los excursionistas como a los cazadores o los buscadores de setas.
Por otro lado, una parte de su extensión geográfica (la ladera de poniente) abraza la cuenca del río Montsant, alrededor del cual se articula la homónima denominación de origen vinícola, una referencia relativamente joven y muy preciada por la personalidad de sus vinos, cercanos en textura y sabor a los famosos Priorat.
La ciudad conserva un barrio antiguo medieval que sube hasta la imponente catedral, a través de las sombrías callejuelas del barrio Viejo, mientras al otro lado del río se extiende la parte más moderna y ordenada. Sobre la orilla del Onyar se muestra la imagen más famosa de Girona, formada por las vistosas casas coloristas.
La catedral gótica de Santa Maria (siglos XI-XVIII) es el elemento arquitectónico más relevante de Girona, pero ni mucho menos el único. La arquitectura religiosa cuenta con otros numerosos ejemplos, como el monasterio de Sant Pere de Galligants (siglo XIII), los conventos de Sant Domènec (siglo XIII) y de Sant Josep (siglos XVI-XVII) o las iglesias de Sant Feliu (siglos XII-XVI), Sant Nicolau (siglo XII) o Sant Daniel (siglo XI), entre otros edificios.
Existen también varias muestras de arquitectura civil de varias épocas, como los baños árabes (siglos XII-XIII), la casa Agullana (siglos XIV-XVII), el antiguo palacio de Caramany (siglos XVI-XVIII) o la modernista casa Teixidor (1918).
Pero el atractivo de Girona no se limita sólo a la historia o arquitectura. El Parque de la Devesa es uno de los espacios verdes urbanos más agradables de Catalunya. Los numerosos museos de la ciudad completan una oferta cultural muy amplia.
Como corresponde a una ciudad de profundas raíces históricas, Lleida dispone de muchos edificios interesantes. La colina de la Seu Vella (siglo XIII) o los restos de la antigua Suda musulmana (castillo del Rey), le permiten obtener las mejores vistas de la ciudad.
En el núcleo antiguo no hay que perderse el palacio de la Paería, la Seu Nova o el antiguo hospital de Santa María, además de la extensa oferta museística encabezada por el Museo de Lleida Diocesano y Comarcal, el Museo de Arte Jaume Morera, el Museo del Agua, el Centro de Arte la Panera y el Conjunto Monumental de Gardeny.
La ciudad conserva un barrio antiguo medieval que sube hasta la imponente catedral, a través de las sombrías callejuelas del barrio Viejo, mientras al otro lado del río se extiende la parte más moderna y ordenada. Sobre la orilla del Onyar se muestra la imagen más famosa de Girona, formada por las vistosas casas coloristas.
La catedral gótica de Santa Maria (siglos XI-XVIII) es el elemento arquitectónico más relevante de Girona, pero ni mucho menos el único. La arquitectura religiosa cuenta con otros numerosos ejemplos, como el monasterio de Sant Pere de Galligants (siglo XIII), los conventos de Sant Domènec (siglo XIII) y de Sant Josep (siglos XVI-XVII) o las iglesias de Sant Feliu (siglos XII-XVI), Sant Nicolau (siglo XII) o Sant Daniel (siglo XI), entre otros edificios.
Existen también varias muestras de arquitectura civil de varias épocas, como los baños árabes (siglos XII-XIII), la casa Agullana (siglos XIV-XVII), el antiguo palacio de Caramany (siglos XVI-XVIII) o la modernista casa Teixidor (1918).
Pero el atractivo de Girona no se limita sólo a la historia o arquitectura. El Parque de la Devesa es uno de los espacios verdes urbanos más agradables de Catalunya. Los numerosos museos de la ciudad completan una oferta cultural muy amplia.
Como corresponde a una ciudad de profundas raíces históricas, Lleida dispone de muchos edificios interesantes. La colina de la Seu Vella (siglo XIII) o los restos de la antigua Suda musulmana (castillo del Rey), le permiten obtener las mejores vistas de la ciudad.
En el núcleo antiguo no hay que perderse el palacio de la Paería, la Seu Nova o el antiguo hospital de Santa María, además de la extensa oferta museística encabezada por el Museo de Lleida Diocesano y Comarcal, el Museo de Arte Jaume Morera, el Museo del Agua, el Centro de Arte la Panera y el Conjunto Monumental de Gardeny.
Los principales atractivos arquitectónicos de la ciudad, declarados Patrimonio de la Humanidad, son romanos: las murallas, el anfiteatro, el teatro, el circo, la torre del Pretorio, la necrópolis paleocristiana y los foros local y provincial, todos en el centro histórico. Además, a las afueras, se pueden ver la pedrera del Mèdol, el acueducto del puente del Diablo y el mausoleo de los Escipiones.
Por otra parte, no hay que desaprovechar la oportunidad de visitar la catedral de Santa María y las casas Canals y Castellarnau.
Entre los diecinueve kilómetros de costa del término municipal, destacan playas como la Llarga, la Rabassada o la Arboçar, así como los espacios naturales de la desembocadura del Gaià y de Tamarit-Punta de la Mora, emplazamiento del castillo de Tamarit y la torre de la Mora.
Su ubicación cerca de la desembocadura del río Ebro seguramente favoreció todo este esplendor. Ahora la ciudad se abre al Delta y a la naturaleza que lo rodea, con tres espacios protegidos: las islas del Ebro (Audí, Vinallop y Xiquina), los Ports y las sierras de Cardó y el Boix.
El municipio integra los núcleos de Bítem, Campredó, Jesús, los Reguers y Vinallop.
Ciudad abocada decididamente a la cultura, Reus es también la población que ha visto nacer a personalidades del mundo de las letras, como el poeta Gabriel Ferrater o el director teatral Lluís Pasqual.
Quien la visite no podrá obviar algunas instituciones insignia, como los teatros Bartrina y Fortuny, ni olvidar el aroma de pólvora que desprende la "tronada", acto central de la concurrida fiesta mayor, que tiene lugar en la bellísima plaza del Mercadal.
El arraigo de este pasado ha cristalizado en la concurrida Semana Medieval, que tiene el origen en la leyenda de sant Jordi y el dragón, situada por el costumbrista Joan Amades en la capital de la Conca de Barberà. Completan este extraordinario friso patrimonial sus yacimientos arqueológicos, desde pinturas rupestres paleolíticas hasta restos de asentamientos íberos.
Prades, conocida como el pueblo rojo por el color de la piedra de muchas de sus casas, tiene un núcleo antiguo que forma un conjunto histórico de gran interés.
El entorno de las montañas de Prades le confiere un innegable interés para los amantes del turismo y las actividades de montaña en general, tanto en lo que se refiere a los excursionistas como a los cazadores o los buscadores de setas.
Por otro lado, una parte de su extensión geográfica (la ladera de poniente) abraza la cuenca del río Montsant, alrededor del cual se articula la homónima denominación de origen vinícola, una referencia relativamente joven y muy preciada por la personalidad de sus vinos, cercanos en textura y sabor a los famosos Priorat.
Santa Pau ocupa el territorio más rico y variado de la comarca en fenómenos volcánicos y un tercio de la extensión total del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa. En su término están los cráteres antiguos más importantes de la zona, como el monte de Martinyà, el Croscat y el Santa Margarida.
También pertenece a este municipio la fageda d'en Jordà, un paraje cargado de extensos bosques de hayas que se extienden a los pies del volcán del monte Jordà. Vale la pena contemplar los miles de colores y matices del hayedo en cualquier época del año.
Justo en medio de la zona volcánica aparece el pueblo de Santa Pau, que conserva un recinto medieval presidido por un castillo, considerado Conjunto Histórico-Artístico.
Siurana es un pequeño municipio de la comarca del Alt Empordà, en la provincia de Girona. El municipio aparece en documentos del año 822 como Villa Fuirana. El castillo de Siurana data del siglo XIII, pero actualmente sólo se conserva una torre gótica del siglo XVII. En el año 1984, la siuranenca Empar Pagès se convirtió en la primera mujer de todo el Estado español en conseguir la licncia para pilotar helicópteros.
Pals es una de las villas más pintorescas de la Costa Brava, gracias a un núcleo antiguo de origen gótico que ha recuperado todo el esplendor después de una cuidada y completa restauración.
El pueblo se encuentra situado en la cima del monte Aspre, y el término municipal llega hasta la costa, con una larguísima playa, ideal para la práctica de deportes acuáticos. Son característicos del entorno de Pals los campos de arroz, herederos del entorno pantanoso que había antiguamente y que dan un encanto añadido.
El Pedró, núcleo histórico de origen gótico, con unos rincones y una esencia medievales, es la parte más atractiva del municipio, que ofrece otros lugares de interés como los paisajes de los antiguos campos de arroz y las dunas.
Las playas que rodean la villa por el norte y por el sur son excelentes, algunas por la calidad de los servicios que ofrecen y otras por su entorno casi virginal. El patrimonio del municipio incluye huellas romanas, recuerdos modernistas y aires de la bohemia artística de las vanguardias.
La diva de Hollywood Ava Gardner pisó la arena granulosa de la playa Gran en 1950 para rodar el film Pandora y el holandés errante. Para los mitómanos del cine puede ser motivo suficiente para descubrir la villa.
En Sant Pol de Mar descubrimos un antiguo pueblo de pescadores, de casas blancas y calles estrechas y tranquilas, de calas rocosas y playas de arena granulada bañadas por aguas cristalinas. Al recorrer las calles escalonadas de su casco antiguo podremos disfrutar del rico patrimonio arquitectónico de construcciones modernistas, como las antiguas escuelas, donde se aprecia la gran belleza del trabajo artesanal del hierro forjado. Un paseo junto al mar, bordeando la costa hasta La Punta, o una ruta hasta Calella a través del camino de ronda invitan al visitante a descubrir la belleza de un entorno excepcional.
La costa de L'Ametlla de Mar, que tiene dieciséis kilómetros de longitud, es un paisaje encantador y virgen. Este rincón del Baix Ebre no era más que un lugar estratégico para torres de defensa contra los piratas, hasta que en el siglo XIX se convirtió en la residencia de algunas familias de pescadores valencianos. Rápidamente fue un importante centro de intercambios comerciales con Cambrils, Tarragona y Reus.
Desde que se crearon las primeras cooperativas agrarias y de pescadores (el puerto fue construido en el año 1920), el crecimiento ha sido notorio y la villa conserva, a pesar del incipiente comercio y la modernización inevitable, el aspecto de pueblo pescador de su nacimiento. Hoy en día la pesca y el turismo son las dos principales fuentes de ingresos del municipio.
Un perfil costanero con playas de gran categoría, un buen número de rutas que permiten descubrir la variedad paisajística y natural de la zona, construcciones emblemáticas (como la Glorieta neoclásica, que ofrece además unas magníficas vistas) y una cocina de mar que otorga el merecido protagonismo al langostino y a la galera, son algunos de los alicientes de Sant Carles de la Ràpita.
El municipio de Begur se eleva 200 metros por encima del nivel del mar, sobre el macizo del mismo nombre, situado entre las Gavarres y la costa. Aquí, en el litoral, se encuentran algunas de las calas y playas más admiradas de la Costa Brava. Se conservan todavía barracas de pescadores, que recuerdan la importancia que la pesca tuvo en núcleos como Sa Riera o Sa Tuna y que les dan un ambiente encantador.
La villa se extienden alrededor del imponente castillo medieval, datado del siglo XI y rodeado de calles estrechas y sinuosas que se encaraman hasta las ruinas de la fortaleza, a través de una orografía accidentada y caprichosa. Las torres de defensa de la villa son sus elementos históricos de referencia.
Conocida como La Habana chica en el siglo xix, Vilanova i la Geltrú es hoy una de las principales capitales de la cultura popular y tradicional de Cataluña. Els Tres Tombs o su carnaval, declarado fiesta patrimonial de interés nacional, son algunas de las fiestas que han convertido a la capital de El Garraf en un referente. Su espléndido paseo marítimo, donde conviven con armonía construcciones de estilo colonial con las casas de pescadores, su Rambla, eje social y comercial de la ciudad, y su amplia oferta gastronómica de cocina marinera y xató, hacen de Vilanova un lugar para ir y para visitarlo de nuevo.
Palamós, villa marinera por excelencia, es uno de los destinos turísticos más preciados de la Costa Brava.
Al atractivo reconocido de las playas, hay que añadir las posibilidades de ocio y deportes que el municipio proporciona, una amplísima oferta de ocio nocturno, una gastronomía autóctona reconocida que tiene la famosa gamba de Palamós como ingrediente central y una firme voluntad de mantener el patrimonio histórico, reunido en buena medida en el Museu de la Pesca.
Tampoco hay que olvidar el regusto medieval que respira su núcleo antiguo y las posibilidades de contacto con la naturaleza que proporciona la proximidad con el macizo de las Gavarres.
L’Escala está situada al sur del golfo de Roses, en el límite comarcal con el Baix Empordà, a sólo dos kilómetros de las famosas ruinas de Empúries. Como otros pueblos costaneros, su actividad principal ha sido, desde tiempos antiguos, la pesca: la anchoa autóctona es uno de los productos más preciados de la gastronomía marinera catalana.
El municipio conserva aún todo el encanto del núcleo antiguo, perfilado por un singular paseo marítimo y playas de tanta personalidad como la de Montgó, donde está la famosa torre de defensa del mismo nombre.
Caterina Albert i Paradís (1869-1966), la autora de Solitud y más conocida con el pseudónimo masculino de Víctor Català, es la hija más ilustre de la villa.